Familiares de personas con cáncer: El pilar que los pacientes necesitan, el dolor que se lleva en silencio; pero que también terminan necesitando de otros
- Jueves 25 de mayo de 2023
- 17:52 hrs
"Y, aquí estoy, leyendo, practicando los estudios, ejerciendo y buscando sanar, mejorándome yo y ayudando a quienes me lo pidan."
Siempre he creído que no todo es porque sí, que hay un para qué, que desde el interior se puede y que, si se puede, se debe ayudar, de la forma que sea, pero ayudar. Estoy segura que todo es sincronía.
Era el año 2012, yo hacía mi magíster. Todo parecía normal, en mi familia las cosas andaban bien, yo vivía en Santiago con mi papá y mis hermanos con mi mamá en la playa.
Mi papá había llegado hace poco de Estados Unidos, donde había estado trabajando por un tiempo. Cuando volvió no dudamos ni un segundo en vivir juntos. Siempre nos habíamos llevado muy bien y así, nos acompañábamos.
Un día, en la noche, yo había salido. De repente, suena mi teléfono. Era mi papá. Me dijo que se sentía muy mal, que estaba con mucho dolor y que necesitaba que lo llevara a urgencia. Como que me bloqueé, era raro escuchar o sentir a mi papá débil, un hombre alto, fuerte, robusto. Llamé a mi mamá, ¿qué hago?, le dije. Y, ella me respondió hay que llevarlo a algún lugar. Partimos a la clínica. Entré con él al box y, lo que nos dijo la doctora era que parecía ser que tuviese cálculos renales pero que, para asegurarse, le iba a hacer un escáner. ¿Escáner?, le dije yo, siempre ignorante en lo que a temas médicos se refiere, pero no perdía nada en preguntar. Sí, me dijo ella (no me acuerdo de su nombre, pero fue muy humana, eso lo destaco y agradezco).
Mi papá entró al escáner y después de un rato salió. Juntos esperamos a la doctora. Me acuerdo como si fuese hoy, llegó ella al box, nos miró con una cara un poco preocupada y nos dijo: “Efectivamente hay cálculos renales, pero eso no es lo más importante, lo que sí es relevante es que se ven unas manchas en el riñón izquierdo, que parece ser cáncer”. En ese momento, se me vino el mundo abajo. De verdad, uno – aunque suena cliché – escucha historias de vida, pero es muy distinto vivirlo. Salí corriendo de la clínica y, ¿qué hacía? Yo soy la mayor de cuatro hermanos, en ese entonces eran todos chicos, mis papás separados y, la verdad es que, no sé de dónde saqué fuerzas (garras y fe, ahora lo sé) y, desde ahí tomé la mano de mi papá y me propuse ayudarlo hasta más no poder. Encabecé este nuevo camino con esperanza, pero siempre, siempre con fe. Recé, recé y rezo, hasta el día de hoy.
Y, así partió todo, una lucha que hasta este 2023, sigue y yo, buscando ese universo desconocido.
La verdad es que lo pasé pésimo. Lloré y lloré, hasta que me “dio puntadas”. Tenía pena, mucha pena. Solo me preguntaba: ¿Para qué? Y, fue en ese momento en que dije, claro, después de mucho cuestionarme, también me di cuenta que ésta es una enfermedad que no solo la tiene quien la padece, sino que involucra a todo el círculo familiar.
Entonces pensé: “Cuando pueda haré una fundación o algo, en donde nos dediquemos a ayudar emocional y espiritualmente a las personas que acompañan a los enfermos, ellos también necesitan ayuda, para poder sacarlos adelante”. Idea, que siempre ha rondado mi cabeza, pero no es simple de llevar a cabo, más cuando tienes otras mil cosas que hacer en el día a día, ahora lo he pensado como para un futuro próximo, cuando los que me necesitan hoy, ya sean más autosuficientes.
Pero con ese “bichito” y de a poco llegando a personas que no imaginé, comencé una búsqueda, un camino exterior y uno interior. Les reconozco que ha sido maravilloso, me he cruzado con seres inimaginables, de otro lugar que, aunque a veces se me han cerrado puertas, he encontrado pequeñas ventanas para llegar a las soluciones.
En su momento llegué hasta a golpear la puerta del exministro Paris, conversé sobre cómo encontrar el tratamiento adecuado con Javiera Suárez, conocí un oncólogo “humano” (lo digo así, porque por Dios que es difícil cruzarse con personas empáticas), he estudiado varios cursos sobre terapias alternativas, “terapiándome” (porque ese roble fuerte no se mantiene solo, necesita ayuda) y ahora último, en un curso de Ancestrología con un gran ser.
Y, aquí estoy, leyendo, practicando los estudios, ejerciendo y buscando sanar, mejorándome yo y ayudando a quienes me lo pidan, porque cuando uno trabaja en esta área energética, son las personas las que te lo deben pedir y no uno ofrecerlo (por leyes universales, no todos estamos preparados y su momento llegará cuando tiene que ser).
En cuanto a mi papá, él se operó hace casi 12 años, se sacó el riñón afectado y después de cinco años, volvió el cáncer. Ha pasado por varios tratamientos, inmunoterapias, quimios y hace poco ésta última dejó de hacer efecto, por lo que comenzará con un estudio de una droga nueva.
Y, rezo y rezo, pido y pido, a Dios, al universo, a los ángeles, porque la fe nadie me la quita.