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Columna de opinión: Escuela inclusiva y personas en condición del Espectro Autista en Chile. ¿Cuánto hemos avanzado?

  • Lunes 3 de abril de 2023
  • 16:41 hrs

Teresa Núñez, Secretaria de Estudios Pedagogía en Educación Diferencial, Universidad Autónoma de Chile.

Desde la llegada del concepto de inclusión a Chile, sin duda que hemos avanzado en la forma en que entendemos la diversidad, sobre todo en el caso de las personas que requieren algún tipo de apoyo como lo podría las personas que vive con la condición del Espectro Autista.

El 10 de marzo de este 2023 es publicada la ley 21.545, que establece la promoción de la inclusión, la atención integral y la protección de los derechos de las personas con trastorno del Espectro Autista en el ámbito social, de salud y educación. 

Podríamos suponer, entonces, que Chile ha dado grandes pasos cuando se trata de atención a la diversidad en educación y, en este caso, de personas en condición del Espectro Autista, pero ¿realmente estamos dando respuesta a las necesidades de las personas con estas características en el sistema educativo?

Desde que Chile suma hace ya algunos años a su política pública a las personas que requieren algunos tipos e intensidades de apoyo, ha habido un extraordinario cambio de perspectivas en este campo, y no sólo en el sistema educativo. Estas nuevas formas de plantearnos la diversidad nos han hecho dirigir la mirada no tanto a la persona, sino también a los entornos donde vive, se educa, trabaja o disfruta de su ocio. Con justicia, hoy en día hay un amplio consenso sobre el decisivo papel que los entornos inclusivos juegan como una de las claves para comprender la diversidad. 

Es cierto que los apoyos deben estar diseñados para responder a necesidades de personas concretas en la educación, no de manera colectiva, más bien por sobre todo respetando la atención a la diversidad. Esto es algo que, a nuestro juicio, no debiera olvidarse para construir entornos verdaderamente inclusivos, y a lo que el sistema educativo chileno, a pesar de los movimientos positivos en esa dirección, sigue sin dar respuesta plena. 

No tiene sentido que la normativa para los apoyos de personas en condición del Espectro Autista no entregue orientaciones claras de cómo podríamos abordar este trabajo en la sala de clases; más allá del diagnóstico se necesitan estrategias claras para el trabajo en el aula.

La escuela es un ambiente decisivo para el desarrollo de la infancia, no sólo en materias del currículo como la lectura, pensamiento lógico-matemático, educación física, etc., sino también en la adquisición de habilidades sociales necesarias para fomentar adecuados hábitos de convivencia o de conductas precisas para manejarse de manera independiente en el marco escolar, como, por ejemplo, ir al baño o ponerse un delantal de forma autónoma.

Sin duda, el visualizar la educación inclusiva desde una mirada integral iría en beneficio absoluto, no sólo de los niños y niñas en condición del Espectro Autista y sus familias, que ya sería motivo suficiente, sino de una oportunidad de progreso hacia una escuela inclusiva.